Cada
23 de septiembre se celebra el inicio de la estación más mágica del año: la
primavera. Y no solo eso, también es una fecha oportuna para festejar la
amistad y la juventud. La analogía no puede ser mejor: la naturaleza renace
mostrando su armonía y la juventud, llena de energía, proyecta el mejor momento
en la vida de un ser humano para realizar todo con optimismo.
También
se ve a la primavera como la estación más enamoradiza del año. El amor y la
amistad son dos palabras que siempre se tienen presentes en los discursos
ofrecidos por los colegios y demás instituciones los 23 de septiembre. Lo
cierto es que no son apreciaciones subjetivas sino más bien están ligadas con
la aparición del calor y el embellecimiento de la naturaleza, dos factores que
propician la mayor relación entre las personas. ¿Quién alguna vez no ha
aprovechado la primavera para salir de la ciudad al campo? Luego de tanto es
rico salir de paseo aunque sea un domingo de primavera para gozar de las flores
y las mariposas, de los pajaritos que cantan más temprano, del sol que calienta
pero no quema…
Digamos que hoy el Perú es un país joven que pasa por la mejor de sus primaveras. Se sabe que estamos en una etapa de crecimiento económico y que además la identidad nacional se está consolidando como nunca antes. Los peruanos demostramos que el mundo puede ser nuestro si queremos, vemos el lado optimista de las situaciones y esto nos hace “eternos seres primaverales”, idealistas y luchadores. Sigamos dándole por el lado amigable a todo lo que se nos presente y vamos a tener dentro de muy poco una nación sólida como las piedras en las que se forjó el gran imperio de los Incas.
No por nada tenemos al norte del país la ciudad de la eterna primavera: Trujillo y más arribita está Chiclayo, la capital de la amistad. Son dos pruebas más de la riqueza cultural, natural y espiritual que Dios le ha entregado a esta gran nación.
Digamos que hoy el Perú es un país joven que pasa por la mejor de sus primaveras. Se sabe que estamos en una etapa de crecimiento económico y que además la identidad nacional se está consolidando como nunca antes. Los peruanos demostramos que el mundo puede ser nuestro si queremos, vemos el lado optimista de las situaciones y esto nos hace “eternos seres primaverales”, idealistas y luchadores. Sigamos dándole por el lado amigable a todo lo que se nos presente y vamos a tener dentro de muy poco una nación sólida como las piedras en las que se forjó el gran imperio de los Incas.
No por nada tenemos al norte del país la ciudad de la eterna primavera: Trujillo y más arribita está Chiclayo, la capital de la amistad. Son dos pruebas más de la riqueza cultural, natural y espiritual que Dios le ha entregado a esta gran nación.
La
cantante griega Nana Mouskouri nos canta “De colores”:
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