Ser abuelo no es sólo motivo para
festejar un día. A la luz de la enseñanza bíblica, la vejez se presenta como un
«tiempo favorable» para la culminación de la existencia humana, permitiéndole
de este modo comprender mejor el sentido de la vida y alcanzar la «sabiduría
del corazón».
Pero, ¿cuál será el consejo que estos
hombres y mujeres en abandono darán, de acuerdo con su dura experiencia, a las
nuevas generaciones que, inevitablemente, algún día alcanzarán la «edad de los
recuerdos»?...
La voz callada de esos diez mil
ancianos, que pueden ser más, responde a esa pregunta con el acento urgente del
mandato divino: «Honra a tu padre y a tu madre». El Papa Juan Pablo II lo ha
dicho: «Donde el precepto es reconocido y cumplido fielmente, los ancianos
saben que no corren peligro de ser considerados un peso inútil y
embarazoso».
El problema no es que sean diez
mil muchos más. Con uno que viva esa realidad, ya es un problema. Y
más si consideramos que en un futuro, esos ancianos podemos ser
nosotros.
El arte de ser
abuelo
• Nadie puede hacer por los nietos lo
que hace el abuelo.
• No es viejo aquel que pierde su
cabello o su última muela, sino el que pierde su única esperanza.
• Cuando seas viejo en la carne, sé
joven en el alma.
• Dicen que el tiempo pasa. No es
verdad. Somos nosotros los que pasamos por él, y cada momento puede darnos
fortuna si entendemos.
Ser abuelo es un arte que requiere
aceptación de la condición de la persona, paciencia, amor y humildad que, por
otra parte, son elementos esenciales para vivir con dignidad esta etapa de la
vida.
Cuando una persona pasa a un segundo
plano en el seno familiar, ya sea por su edad avanzada como por el surgimiento
de un nuevo jefe familiar, no le resulta fácil; dejar de ser cabeza en el hogar
y reducir sus actividades drásticamente, hasta convertirse en una simple voz
auxiliar de los hijos –o de los nietos, cuando se lo permiten–, requiere dosis
de sensatez, cordura y preparación que no se adquieren en las universidades,
pues sólo se consiguen con la experiencia que brindan los años.
Los abuelos tienen mucha influencia en
la vida familiar. Hoy por hoy, muchos de ellos atienden a los nietos, los
cuidan con cariño y paciencia mientras sus padres salen a trabajar.
Sin embargo, algunos, al pasar los
años sienten y viven el abandono y la soledad, debido, quizás, a la falta de
consideración de parte de sus hijos y nietos, y también porque muchos de ellos
acusan cierto dejo por vivir la vida, el desinterés los aleja de la vida en
sociedad y familiar.
Debemos recordar que todos tenemos
familia, o quizá, desgraciadamente, ya no la tenemos, pero eso no deja de lado
que el cariño que solamente la familia puede dar, nos ayuda a crecer y en ella
aprendemos a ser felices.
Nuestro primer educador
Cuando somos pequeños, pasamos gran
parte de nuestro tiempo compartiendo diversión y aprendizaje con nuestros
abuelos, porque ellos, con cariño y paciencia, siembran en nosotros el bien y
la fe; además, son los primeros educadores en cuestiones religiosas, nos
enseñan a persignarnos y a saber decir nuestros primeros rezos.
Mas, hay miles de abuelos que viven solos, recluidos en asilos, sufriendo la ingratitud del abandono o se quedaron, por la ley de la vida, sin familia. Allí, echan de menos la compañía y el cariño, y añoran la familia que un día formaron.
EN ESTE DÍA PROCUREMOS QUE SEAN FELICES, Y QUE DIOS PUEDA
DARNOS EL ENTENDIMIENTO PARA VALORARLOS SIEMPRE, TODOS LOS DIAS DEL AÑO.